Estas Sensaciones tienen su origen por lo percibido por los sentidos. De estas unas son satisfactorias, agradables, que gustan, embelesan o deslumbra.
Hay quienes dicen que tanto admiran el cielo estrellado, el azul del mar, las nevadas montañas, los verdes valles, el aroma y color de las rosas, que les eleva el espíritu y les acerca a Dios...
Todo es posible, aunque me parezca chocante, ya que yo no tengo la sensibilidad para apreciar y admirar que ellos tienen. Desde luego la naturaleza encierra mil misterios y bellezas, todas ellas obra del Creador .La admiración de la obra lleva a su Autor...Mucho me temo se quede uno en la obra y no vaya mas alla.No me imagino pensar en el Greco admirando el Entierro del Conde de Orgaz, escuchando una sinfonia representarme a su compositor, leyendo el Quijote figurarme al Manco de Lepanto
Se ha dicho “por sus obras los conocereis”, es decir que las obras nos dicen lo que son sus autores, pero de aquí a que nos relacionemos con ellos, hay mucha diferencia.
Existe el riesgo de quedarnos en la forma y no ver el fondo, con la armonía la de la poesía, no retengo lo que decía.
Dios es Omnipresente, presente en todo tiempo y espacio, pero de forma diferente, real y verdaderamente lo está en estado glorioso en el Sacramento del altar. En el Oratorio, en el silencio del lugar es donde se recomienda rezar...Ya sabemos, lo dice Santa Teresa, que tambien Dios está entre los pucheros. Pero si tienes algo serio en que pensar, escuchar o comunicar desde luego no acudas a una discoteca o al mercado.
Este Comentario lo hago dado que hace pocos días un amigo mío me decía que el subiendo a los montes se acercaba a Dios más que por la altitud por su actitud.
Es más, también Santa Teresa decía que no siendo después de comulgar no se ponía a la oración sin un libro llevar. Esto nos dice como conviene el recogimiento para que la loca de la casa, la imaginación, nos distraiga.
De un pretendido Comentario he concluido con medio sermón. Dejando lo que de esto tenga, tengamos en cuenta que lo que aprecian los sentidos corporales tiene menos valor que lo percibido por las potencias del espíritu.