La equitación y la actividad de la persona presentan aspectos analógicos, es decir, semejantes y diferentes.
En la equitación se encuentra un “cuerpo” el caballo y un “espíritu” el jinete. En la actividad de la persona se da un cuerpo y un espíritu. Para ser utilizado en la equitación el caballo ha de ser domado. Para la actividad de la persona su cuerpo ha de ser dominado.
Quien quiera ser jinete ha de ser instruido en la monta y practicar. Quien quiera desarrollar una actividad precisa ser instruido y así mismo ejercitarse en esa actividad. En uno y otro caso hay ratos de paso lento, ligero, de trote y de galope.
El Jinete dedica tiempo unas veces al paseo y otras, a “carreras de caballos” o a “pruebas” con saltos de vallas, de triples y de charcos. Si gana una competición obtiene un premio. La persona en su Actividad ha de afrontar pruebas y superar obstáculos, obteniendo ascensos e incluso medallas. También precisa dar paseos.
El caballo ha de reposar en la cuadra y comer pienso. El cuerpo de la persona también debe descansar en su hogar y bien alimentarse. El Jinete con las riendas manda el camino y paso que quiere llevar. La persona con la voluntad marca el camino que quiere seguir, y cabalga, aunque los perros ladren.