Patrimonio es el conjunto de bienes que se poseen. Estos bienes unos los recibimos y otros los alcanzamos por nuestro esfuerzo.
Así al nacer recibimos la vida, un gran bien. Vida que comienza en una época, en una tierra, en una familia, en una civilización cristiana. Mediante nuestro esfuerzo podemos alcanzar bienes de conocimientos, de amistades (un buen amigo es un tesoro), bienes materiales.
Todo bien de este patrimonio, como “bien” debemos cuidarlo, guardarlo (para no perderlo), incrementarlo si nos es posible y difundirlo.
Los bienes materiales tienen alcance limitado.
Los bienes espirituales, “bienes del espíritu”, son patrimonio del espíritu y por tanto tienen mayor alcance, incluso trascendente. La trascendencia sacia sin saciar...
Las virtudes son bienes espirituales.
Las virtudes se clasifican:
Teologales (Fe, Esperanza, Caridad)
Cardinales (Prudencia, Justicia, Fortaleza, Templanza)
Humanas (amistad, simpatía, empatía, lealtad, sinceridad, laboriosidad, etc., etc.,)
La virtud de la Fe, que reciben los cristianos, es de valor trascendente, que permanece en el “tiempo sin tiempo”, y da sentido a la vida. No tiene sentido una vida sin sentido. La Fe es un tesoro, es un brillante de muchos quilates, brilla y a luz del sol difunde los rayos de los colores del Arco Iris.
De aquí que debemos este tesoro cuidarlo, guardarlo incrementarlo, con estudios, y difundirlo presentándolo a nuestros semejantes. Lo que valoramos procuramos mostrarlo, difundirlo. No podemos quedarnos con el tesoro de la Fe sin procurar que lo disfruten familiares y amistade. Por la Fe se tienen las virtudes de la Esperanza y de la Caridad. Vivir la Fe es ponerla en práctica.Fe sin obras es una Fe muerta
Nos encontramos en el Año de la Fe, proclamado por Benedicto XVI con el Motuo Propio “Porta Fidei” (Puerta de la Fe). Es chocante que con este título no se hayan escrito obras y las hay con el título “Puerta de la Esperanza”.
El justo vive de la Fe. Hay que añadir vivida y aplicada
Justos son los que dan a cada uno lo que le corresponde a Dios, a su familia y a la sociedad a que pertenece. Debemos dar gracias a Dios por cuanto de ÉL hemos recibido.
Recordar que de “bien nacidos es ser agradecidos”
A la familia debemos trasmitir nuestro Patrimonio, que hemos recibido Quien da lo que tiene, viene a tener más. Recuerdo la respuesta que dio una señora, muy dadivosa, a su amiga que le reprochaba por cuanto daba: “Tanto cuanto doy es cuanto me llevo, todo lo demás aquí queda: “Tanto cuanto doy es cuanto me llevo, todo lo demás aquí queda".