ad sidera visus

Entresaco de esta carta algunos  de sus párrafos, por su aplicación general.

Formación para la nueva evangelización

La formación se precisa en cinco campos: humano, espiritual, doctrinal-religioso, apostólico y profesional.

En lo humano descubrimos que precisamos perfeccionar nuestro carácter, nuestro modo de ser, adquiriendo y mejorando las virtudes humanas que constituyen el soporte de las sobrenaturales.  Lo mismo se requiere en el campo espiritual.

En el campo doctrinal-religioso nuestro conocimiento de Dios y de la doctrina revelada puede y debe crecer.

El campo del apostolado, que es un mar sin orillas, requiere preparación para anunciar el amor de Cristo en los actuales ambientes.

En el campo profesional el prestigio es condición para hablar.

 

Formación humana.

En el aspecto humano la formación tiende a fortalecer las virtudes y contribuye a la configuración del carácter.

El Concilio Vaticano II recomendó a los fieles laicos que tengan un sumo aprecio por las virtudes “que se refieren a las relaciones sociales, a la honradez, al espíritu de justicia, a la sinceridad, a los buenos sentimientos, a la fortaleza”.

Una sólida personalidad se constituye en la familia, en la escuela, en el lugar de trabajo, en las relaciones de amistad, en las variadas situaciones de la existencia

Templanza es señorío. Esta virtud induce orden y medida en el deseo, dominio, firme y moderado, de  la razón sobre las pasiones

La Templanza confiere serenidad y reposo, no acalla ni niega los buenos deseos y nobles pasiones, sino que vuelve al hombre dueño de sí. Cuidar la Templanza en los hogares y enseñar a los pequeños a cuidar bien lo que usan y a no ser caprichosos

La Fortaleza asegura en las dificultades, la firmeza y la constancia en la búsqueda del bien.

La virtud de la Fortaleza hace capaz de vencer el temor y afrontar  las pruebas

Dentro de nosotros experimentamos una resistencia al esfuerzo, a lo que implica trabajo, sacrificio y abnegación.

Procurar adquirir hábitos de vencimiento en detalles pequeños, cumplir un horario, cuidar el orden material, no ceder a los caprichos, superar enfados, acabar tareas, etc.     

Es importante el Tono humano, el comportamiento cordial y respetuoso en las relaciones con los demás. Se debe fomentar en el seno de la familia, en el lugar de trabajo, en los momentos dedicados al entrenamiento, al deporte, al descanso. El respeto en el trato mutuo se manifiesta en el modo de vestir, digno y honesto, en los temas de conversaciones y tertulias, en la promoción de un espíritu de servicio alegre.

Papel importante juegan las lecturas y el buen aprovechamiento del tiempo dedicado al descanso 

Animarles a que se forjen un ideal de vida que no les encierre  en límites raquíticos, cómodos y egoístas.

Formación espiritual

La Formación espiritual ha de ocupar un puesto privilegiado en la vida de cada uno, acorde y en conformidad con la Voluntad de la divina Providencia.

Se debe afrontar y dar sentido a la propia vida amando a Dios y sirviendo a los demás

Para amar a Dio se precisa conocerle mediante la lectura de los Evangelios

Se sirve  a los demás mediante el trabajo y con la palabra

La Formación espiritual, muy unida a la formación doctrinal-religiosa, se centra en la sagrada liturgia de la Iglesia, de forma eminente en la Santa Misa: liturgia de la Palabra, sacando alguna  idea, alguna frase, que recordemos a lo largo del día o de la semana; liturgia de la Eucaristía, que es el mismo Sacrificio de la Cruz de forma incruenta

Formación en doctrina católica

Juan Pablo II señaló la necesidad actual de la formación en la doctrina católica. Se revela hoy, cada vez más urgente, la formación doctrinal de los fieles laicos, no solo por el natural dinamismo de profundización en su fe, sino también por la exigencia de dar razón de la esperanza, que hay en ellos, frente al mundo y sus graves y complejos problemas.

San Gregorio Magno escribió: “Muy inútil es la piedad si falta la discreción de la ciencia, nada es la ciencia si no tiene la utilidad de la piedad”.

Formación para el apostolado

Es tarea de los católicos anunciar, con paz y perseverancia, la Buena Nueva de Jesús 

Volver a impregnar con el espíritu de Cristo las raíces de esas naciones es precisamente el objetivo de la nueva evangelización

El apostolado precisa una amistad mutua y sincera.

La mistad supone comunicación de sentimientos y de afanes. Nada más lógico que los verdaderos amigos se comuniquen entre sí sus alegría y sus penas, sus quehaceres y para el cristiano su mayor tesoro la fe.

La familia, la formación de la juventud, el mundo de la cultura  plantean el reto de la nueva evangelización a la que impulsa el Santo Padre ´

La familia necesita que se reafirme su humus originario.

El matrimonio, unidad de vida y amor entre un hombre y una mujer, es el fundamento de la familia. Esta unión, indisoluble y abierta a nuevas vidas, es columna insustituible para la recta ordenación de la sociedad.

La familia es la célula primaria de la sociedad

La labor apostólica con la juventud constituirá siempre un reto vital para el mundo y para la Iglesia, porque en esos años se forjan quienes están llamados a enderezar el rumbo de la sociedad y avanzar por la senda trazada por el Creador

En este ámbito, cobra especial relieve el apostolado de la diversión y el buen uso del tiempo libre

Formación profesional

Esta formación incluye el aspecto “espiritual” del trabajo.

Hay que armonizar la piedad, el trabajo y el apostolado.

Así,  la labor profesional tiene un valor añadido.

Hemos de tender a conocer bien aquellos temas de la doctrina católica más relacionados con el ámbito de la propia profesión, como son: el “evangelio de la vida”, la bioética, la justicia  y la caridad en las relaciones laborales, en la educación, en el matrimonio y la familia

La rectitud en el cumplimiento de los deberes profesionales, familiares y sociales  requiere  buena formación.

Consideraciones generales sobre formación

Ciertamente la persona se va formando con el paso del tiempo.

Naturalmente la formación de cada persona abarca campos diversos,  aunque algunos son comunes.

Las formaciones  no pueden  darse por concluidas, siempre hay que aprender.

También el retirado de la vida profesional puede y debe procurar  estar al día y desde luego debe continuar formándose en campos generales como son el humano, el espiritual, el doctrinal y el apostólico.

La formación no solamente sirve a uno sino que le permite trasmitir a otros lo que él ha aprendido.

Quien piensa que todo lo sabe, poco sabe

La formación comienza en el hogar, continúa en la escuela sigue en la Academia o en la Facultad y aplicando los conocimientos se amplía la formación.

Procurar la formación y evitar la “deformación”, es decir, aquello que deforma a la persona, como puede ser  prestar atención programas nocivos para la salud corporal o moral.

La formación requiere un tiempo y un cauce: clases, conferencias, libros, conversaciones, etc.