ad sidera visus

Ángelo Giuseppe Roncalli nació en Sotto il Monte, pequeño pueblo cercano a Bérgamo, el 25 de  noviembre de 1881, miembro de una familia numerosa de origen humilde.

Descubre muy temprano su vocación sacerdotal.

Con muchos sacrificios consigue ingresar en el seminario de Bérgamo.

Los gastos de su formación los pagaron el conde Giovanni Morlani y el  párroco de la localidad.

 

Fue ordenado sacerdote en 1904.

Seria secretario personal de Mons. Radini Tedeschi.

Llamado a filas por el ejército italiano, desplegó una gran labor sacerdotal entre los soldados durantela PrimeraGuerraMundial.

En Roma desempeñó la dirección italiana de las Misiones pontificias, por lo que hubo de realizar viajes a las distintas diócesis italianas y a países de Europa.

En 1925 y antes de ser enviado a Bulgaria como visitador y delegado Apostólico  fue ordenado obispo.

En Sofía permaneció diez años, no solo como encargado diplomático, sino prestando atención a los católicos búlgaros, tanto de rito latino como oriental.

Estableció cordiales relaciones con los ortodoxos e hizo presente al Papa en esas tierras eslavas. Se identificó con las tradiciones orientales y creció su sentido ecuménico.

En 1935 el Papa Pio XI le nombró delegado apostólico en Turquía y Grecia, que ejercitó durante diez años y por tanto durante la segunda Guerra Mundial.

Sirviéndose de su puesto, de carácter diplomático, y de la neutralidad de Turquía dispuso de medios para salvar a  judíos trasladándolos desde Europa Occidental a Palestina.

Estableció buenas relaciones con el embajador del III Reich, von Papen, de religión católica.

Las declaraciones  y pruebas que prestó el diplomático Roncalli, en los juicios de Núremberg, salvaron la vida de von Papen.

Roncalli fue nombrado nuncio en Paris en el año 1944 y en 1953 el Papa le concede el capelo cardenalicio y el Patriarcado de Venecia y Bérgamo.

Durante su patriarcado mantuvo una sintonía particular con el arzobispo de Milán, Montini.

A la muerte de Pio XII en octubre de 1958, el Patriarca de Venecia se traslada a Roma para participar en el Cónclave.

El 28 de octubre de 1958 el cardenal Roncalli se transforma en el Papa Juan XXIII, que tenía 77 años

Pasados cinco años, y como por inspiración divina, el Papa convoca el Concilio Vaticano II, al que asisten 2.500 obispos.

En la apertura del Concilio dijo: No es el Evangelio el que cambia; somos nosotros que empezamos a comprenderlo mejor.

Roncalli tenía un talante optimista, abierto, siempre dispuesto a ver lo positivo de la realidad.

En un mensaje trasmitido por radio intercedió por la paz entre los Estados Unidos yla UniónSoviéticadurante la crisis de los misiles.

Intercambió mensajes con Nikita Kruschev y recibió a la hija de éste, acompañada por su marido.

Roncalli sabía distinguir entre el error y el errante.

Recibió, en visita de cortesía, al Arzobispo de Canterbury.

Firmó dos encíclicas Mater et Magistra y Pacem in terra.

Sila Materet Magistra presentaba una visión del mundo permeado de una esperanza y de optimismo en la buena voluntad del hombre, enla Pacemin terra ese talante se acentúa más.

Juan XXIII subraya que “el orden que rige en la convivencia entre los seres humanos es de naturaleza moral.

Verdad, justicia, amor, y libertad son características esenciales de una sociedad que tiende al bien común.

Tutelar el intangible campo de los derechos de la persona humana y facilitarle el cumplimiento de sus deberes ha de ser el oficio esencial de todo poder público.

Juan XXIII  llevó durante toda su vida un diario

La fama de santidad se extendió rápidamente por el mundo para venir a llamarle “Papa bueno”, que moriría el 3 de junio de 1963

Escrito sacado de la publicación “De Benedicto XV a Benedicto XVI” de Mariano Fazio