Un solo palmo de tierra
no halle a vuestra devoción
Alzose Castilla y León,
Portugal os hizo la guerra,
el Granadino te arroja
por extender su Alcorán,
Aragón corre a Almazán,
el Navarro la Rioja.
Pero lo que al Reino abrasa,
hijo, es la guerra interior,
que no hay contrario mayor
que el enemigo de casa.
Todos fueron contra Vos,
aunque por tan variados modos
os hicieron guerra todos,
fue de nuestra parte Dios.
Pero en el tiempo presente,
para que al Cielo gracias déis
del Reino que le debéis,
le hallaréis tan diferente
que parias el moro os paga,
el navarro, el de Aragón,
amigos vuestros son.
Y para que os satisfaga
Portugal, si lo admitís,
a Doña Constanza hermosa
os ofrece por esposa su padre,
el rey Don Dionís.
No hay guerra que al Reino inquiete,
insulto con que se os estrague,
Villa que no os peche y pague,
vasallo que no os respete.
De que salgo tan contenta,
cuanto pobre, pues por Vos
de treinta no tengo dos Villas
que me paguen renta.
Pero bien rica he quedado,
pues tanta mi dicha ha sido
que el Reino que hallé perdido
hoy os le vuelvo ganado.
La prudencia en la mujer, de Tirso de Molina, es uno de los mejores dramas históricos del teatro español. En él se concentran varios de los temas que preocupaban al autor. De una parte, desarrollar la psicología de una mujer ejemplar; de otra, poder verter en sus versos la ideología política que tanto le interesaba; además el texto le sirvió para proyectar dramáticamente su vocación de historiador; y, sobre todo, en esta obra halla la oportunidad de sintetizar -por medio de su protagonista, Doña María de Molina- las virtudes de grandeza, heroísmo y gobierno cristiano que, según él, simbolizaba la Castilla de su época.