ad sidera visus

El Archipiélago de las islas que en el tiempo, se llamaría Filipinas fue “descubierto” por el navegante español Fernando de Magallanes y sus compañeros, en marzo de 1521, en su navegación hacia las Molucas, desembarcaron  en la isla de Cebú. En abril Fernando fue asesinado en la isla de Mactán. En 1546 llegó Ruy López de Villalobos a la isla de Mindanao y denominó al archipiélago Filipinas, en honor del príncipe Felipe. En 1564 llego Miguel López de Legazpi a la isla de Cebú. Con habilidad y soldados sometió a los que habitaban en varias islas. Fue a Manila y a Cavite. En esta labor gastó todo su caudal, recibiendo  “Real Cédula”  en 1569.Monumento al pacto celebrado entre López de Legazpi y el cacique Datu Sikatuna en Tagbilaran, Bohol.

Durante la dominación española hubo diversas insurrecciones.

En 1890 la Guardia Civil Veterana que tenía encomendado mantener el orden público, apreció claros indicios de conspiraciones por la rebelión. Descubrió las reuniones de los afiliados a la Katipunan, sociedad secreta masónica. Los conspiradores además de las reuniones, gestionaban material bélico mediante contrabandistas.

 

Estas informaciones se las dieron al Capitán General Blanco.

El 7 de marzo de 1896 llegó a Manila José Rizal, el más ilustre filipino. Rizal había prestado servicio, como médico en las fuerzas españolas en Cuba y ahora se le había levantado el destierro en Dapitán. La aparición de Rizal animó a los conspiradores.

Ante las informaciones recibidas el Capitán General se limitó a ordenar pesquisas y algunas detenciones, Blanco era blando, irresoluto, benevolente con los indígenas levantiscos y mantenían contacto los masones.

Teodoro Patiño era uno de los comprometidos en la sublevación, pero ante los proyectos de asesinar españoles y el ser apaleado por el pago de la cuota masónica, se desentendió de la sublevación y comunicó a fray Mariano que en Tapusi  había una partida de 1500 hombres mantenidos con los dineros de los potentados de Manila y Cavite. Aseguró que en Manila y sus alrededores  había 18000 afiliados a Katipunan. (Altísima Sociedad de los Hijos del Pueblo).

Los indios sentían hacia los oficiales del ejército, los funcionarios, los religiosos y en general hacia los españoles  afecto y respeto.       

Comprobada la veracidad y gravedad de las informaciones dadas por Patiño, Blanco hubo de tomar medidas.

A pesar de todo, el 25 de agosto hubo sublevación en Novaliches, Pineda y Caloocán. Los primeros choques fueron favorables a los rebeldes y esto contribuyó a que la sublevación se propagase a otros lugares de la provincia de Manila. Blanco declaró el estado de guerra.

Llegaron las tropas que guarnecían Mindano, la Visayas y Joló y otras procedentes de la Metrópoli. La sublevación se extendía a otras provincias.  El general Blanco emprendió una serie de desacertadas operaciones militares  que causaron serias pérdidas. La represión con fusilamientos y la confiscación de los bienes de los insurrectos, más que aplacar sirvió para exacerbar los ánimos de rebeldía. El descrédito del general Blanco era evidente y su situación precaria.  El Capitán General Blanco fue destituido.

Llegó a Manila el General Polavieja acompañado de los generales Lachambre, Zappin, Cornell y Galbis. El nuevo Capitán General inició una terrible represión,  entre otros fue fusilado Rizal. Este fusilamiento fue error gravísimo de Polavieja, dando a la rebeldía un mártir y una bandera. Con la muerte de Rizal comenzó la independencia de las islas filipinas.

Por el contrario la actuación de Polavieja en el campo de batalla fue sumamente brillante. Antes de lanzarse sobre Cavite, principal núcleo de la rebeldía, atacó y redujo la rebeldía en las restantes provincias. Principales victorias de Polavieja fueron las tomas de Silang, Dasmariñas, Imus, Noveleta y San Francisco de Malabón. A continuación marchó sobre Cavite y tras duras luchas dejó a Cavite cercado por fuego y acero. Polavieja solicitó refuerzos de tropas, pero se le negaron, lo que motivó su dimisión como Capitán General de Filipinas.

Le sucedió el General Fernando Primo de Rivera, que llegó a Manila el 23 de abril de 1897. Con el Pacto  de Biak-na-Bató  se llegó a la aparente resolución del conflicto y el Gobierno español redujo el efectivo de sus tropas. Así la guarnición de 400 hombres en Baler quedó reducida a 50 soldados. Aunque la sublevación había sufrido rudos golpes aún tenía en su poder gran parte de las provincias de Cavite y Batangas. Había numerosas partidas de insurrectos en Manila y en otros lugares, que totalizaban 25. 000 hombres.Itinerario seguido por la expedición de Legazpi

Aguinaldo y los suyos, financiados y armados por Estados Unidos, reanudaron la rebelión. Antes de comenzar las operaciones militares Primo de Rivera dictó un bando en el que ofrecía indultar  a  todos los rebeldes que se presentaran. El 30 de abril se iniciaron las operaciones siendo batido Aguinaldo. Maragondon se conquistó en duro combate, se ocuparon otras localidades quedando pacificada por completo la provincia de Cavite.

El general Jaramillo se apoderó del pueblo Talisay. Las fuerzas mandadas por el Teniente Coronel Dujiols y el Comandante Miguel Primo de Rivera batieron a Aguinaldo en los montes  Puray (Manila). El 18 de junio el Capitán General concedió un nuevo indulto. Las presentaciones fueron numerosas. A las fuerzas rebeldes les empezó a escasear los víveres y atacaron el pueblo de  Aliaga, se apoderaron del pueblo y lo incendiaron.

Los rebeldes filipinos atacaron Baler, los 50 de la guarnición se refugiaron en el convento de San Luis de Tolosa. Baler quedó en “estado de sitio”. Los sitiadores enviaron  noticias de la situación, mensajeros fueron dos franciscanos españoles que rogaron la rendición, pero sin conseguirlo se unieron a los sitiados. El Gobierno español también envió un mensaje comunicando que por el tratado de Paris de diciembre de 1898 España cedía la soberanía a Norteamérica.

El 2 de agosto de 1899 la Guarnición de Baler se rendía  después de 337 días de asedió. Son “Los últimos de Filipinas”. El Presidente filipino exaltó su valor y en Manila con apoteósico recibimiento fueron acogidos. Después fueron repatriados a España. Los norteamericanos ocuparon Manila y los filipinos se sintieron engañados y atacados por los estadounidenses  a los que creían aliados. Los filipinos decidieron resistir con las armas, dando comienzo a la guerra Filipino-Estadunidense. El incontenible avance y las victoriosas acometidas de los españoles siguieron en los meses siguientes.

El cabecilla Macabulos fue derrotado en el monte Arayat. Negociaciones de paz se habían iniciado en el mes de agosto por intervención del filipino Pedro A. Paterno.  Las condiciones que presentó Paterno fueron rechazadas por Primo de Rivera. En el mes de noviembre recibió Primo de Rivera una nueva base de paz firmada por Aguinaldo. El Capitán General las apreció aceptables, puesto que consideraba que la guerra en Filipinas debía terminar en negociación. Estas condiciones no satisficieron a los que en ella participaron, ya que todos salieron mal parados.

España se vio obligada a tratar de potencia a potencia con los indios. Paterno solo consiguió que el Gobierno español satisfaga las aspiraciones del pueblo filipino. Aguinaldo y sus compañeros hubieron de pasar por la vergüenza de venderse  y vender a los suyos.

El Capitán General Primo de Rivera salió mejor librado, obtuvo la Cruz Laureada de San Fernando. Los norteamericanos con sus barcos apoyaron la insurrección de los filipinos, no por el independentismo filipino, sino por hacerse con el dominio de estas tierras. Por el tratado de Paris entre España y los Estados Unidos la soberanía española pasaba a la americana.  Quítate tú para ponerme yo.

En 1946 fue proclamada solemnemente la independencia de Filipinas. Los filipinos conservan la impronta española con el castellano y el catolicismo.