Los Capetos, las Cruzadas y la Conquista de Inglaterra por los Normandos
Los tres primeros sucesores de Hugo Capeto: su hijo Roberto, su nieto Enrique I y su biznieto Felipe I, ocuparon el trono desde 996 al 1108, y durante este largo período el reino de Francia no tiene historia. Roberto, Enrique I y Felipe I resultaron medianías, tanto de talante como de talento. En el año 1000 hubo cristianos que pensaban en la llegada del fin del mundo, que dieron lugar castigar a herejes echándoles a hogueras. Pero en esta época se dieron los primeros intentos de establecer la llamada "paz de Dios", para reprimir las pasiones y costumbres bárbaras de los grandes señores y de los campesinos.
El rey Roberto se mostró constantemente favorable a esta pacífica obra, así como por el bienestar del pueblo. Menos piadosos y no tan buenos fueron su hijo y su nieto. A la muerte de Roberto su según da esposa, Constancia de Aquitania, era Regente de su hijo mayor Enrique I pero prefería al segundo, llamado como su padre Roberto y conspiró para destronar a su Regentado, Enrique.
Constanza murió y Enrique se vio libre de su imperiosa e intrigante madre. Enrique se casó tres veces. Sus dos primeras bodas con princesas alemanas y la tercera con una modesta princesa hija, Ana, del Zar de Rusia. Ana vivió sin ostentación. Enrique murió en 1060.
Los matrimonios de Felipe I fueron todavía más agitados y escandalosos que los de su padre y de su abuelo. A sus 19 años se casó con Berta, hija del conde de Holanda
Hijo de este matrimonio fue que sería llamado Luis el Gordo.
Felipe se "encaprichó" de una célebre belleza, Bertada. Felipe repudió a Berta, alegando invalidez por razones de parentesco, que las Jerarquías eclesiásticas no aceptaron.
Mucho le costó a Felipe hallar sacerdote que bendijera la unión. Este enfrentamiento duró doce años hasta que Felipe juró renunciar a su culpable e ilegítimo matrimonio.
No obstante la monarquía francesa en el siglo XI era el único poder investido del triple carácter germánico, romano y religioso. Tampoco eran más cordiales y menos inconstantes las relaciones entre los grandes poderes de la época, señores laicos y monjes. Las ideas, los sucesos, las costumbres presentaban "altos y bajos". Por la generalizada vida "licenciosa", San Bernardo y San Norberto, predicaron la necesidad de reformar las costumbres.
En la sociedad laica surgió la idea de la "Caballería", noble tendencia de las imaginaciones hacia la idea de la virtud cristiana y del honor guerrero. La poesía y la religión se apoderaron de tan hermoso campo y desde el siglo XI la "Caballería" con sus ceremonias y sus aventuras fueron fuentes de inspiración para los poetas y encanto para los pueblos. La "Caballería" feudal y el cristianismo engendraron dos grandes y gloriosos sucesos de aquel tiempo: la Conquista de Inglaterra por los Normandos y las Cruzadas. A principios del siglo XI era duque de Normandía el quinto de los sucesores del célebre caudillo Rollón, que había establecido a los Normandos en Francia, llamado "Roberto el Magnífico" Roberto emprendió peregrinación a Jerusalén dejando como señor a su hijo bastardo, de nombre Guillermo. Regresando de Jerusalén Roberto murió envenenado.
Guillermo iba creciendo rápidamente, como príncipe y como hombre, y sin ser austero en su vida privada sus costumbres eran bastante arregladas. Se dispuso a cortar todos los actos de indisciplina. Una rigurosa ordenanza suya fue contra los que fueran culpables de asesinatos, robos e incendios.
Como vasallo del rey de Francia le prestó diversas ayudas, pero al rey de Francia le inquietaba el ascendiente de su vasallo, dando lugar a unas luchas hasta que se acordó la paz en 1059. En 1060 murió Enrique y Guillermo asistió al funeral y a la coronación de Felipe I.
Desde el establecimiento de Rollón en Normandía las relaciones de los Normandos con Inglaterra eran cada vez más frecuentes y provechosas para ambos. Guillermo fue invitado a visitar Inglaterra y mantuvo cordial relación con Eduardo, rey de Inglaterra Desde luego sin el menor pensamiento de sucesión en el trono.
Murió Eduardo, se hizo coronar un tal Haroldo y no conforme Guillermo dio comienzo la lucha entre Normandos e Ingleses. Hubo luchas en el mar y en tierra, cerca de Hastings. Los Normandos vencieron y Guillermo para perpetuar esta victoria erigió una abadía, cerca de Hastings, que recibiría el nombre de “Abadía de la batalla”.
Tras la victoria el vencedor debería ser reconocido rey. Volvió Guillermo a la isla y puso bloqueo a la ciudad de Londres. Los magistrados de Londres presentaron la rendición aceptando a Guillermo como rey. Este mando construir en las orillas del Támesis una fortaleza para en ella vivir con seguridad, que con el tiempo seria la famosa Torre de Londres.
Las consecuencias de la conquista de Inglaterra por los Normandos fueron funestas para Francia. Gran mal era que el duque de Normandía, uno de los más poderosos vasallos del rey de Francia fuese al mismo tiempo rey de Inglaterra.
Desde el siglo XI al XIV, es decir, desde Felipe I a Felipe de Valois se dieron muchas querellas y guerras, agravadas en tiempo de Felipe de Valois y Eduardo III por la sucesión al trono de Francia, ateniéndose a la ley “Sálica” o rechazándola. Años de lucha que terminó gracias a la inspiración de una joven, Juana de Arco, que dio al rey y al pueblo la confianza en la victoria.
En Inglaterra tras la conquista de los Normandos dos corrientes: la del pueblo Anglosajón, apegado a sus antiguas instituciones, feudalismo y libertad; y la de los Normandos que organiza su monarquía de manera tiránica. Las dos corrientes pasaron del enfrentamiento al entendimiento con una monarquía constitucional, una lengua común y sus primitivas libertades. Los ingleses vencieron a los conquistadores.
Francia intervino en las Cruzadas por la participación en ellas de figuras destacadas como Godofredo de Bouillon, Balduino de Boulogne, Raimundo de Saint-Gilles, Bohemundo, Balduino I y Balduino II, en la Primera Cruzada, en la Segunda participó Luis VII, en la Tercera Felipe Augusto y en la Séptima Cruzada la dirigió el rey de Francia Luis IX
Los Cruzados contaban con contingentes de la Francia del Norte y del Midi, de la Bélgica flamenca y de la valona, del reino Normando y todos ellos adoptaron el nombre de “Francos”, por el sentido que tuvo en tiempos de la unidad Carlovingia, un imperio bajo la égida de la Iglesia Romana.
La monarquía francesa
En Francia durante ocho siglos se mantuvo un rey y una dinastía. La unidad y la herencia, principios esenciales de toda monarquía, han sido constantemente caracteres de la monarquía francesa.
En la serie de los treinta y tres monarcas, que reinaron en Francia, desde Hugo Capeto hasta Luis XVI, hubo reyes prudentes y locos, hábiles e incapaces, temerarios e indolentes, formales y frívolos, santos y licenciosos, buenos y simpáticos para el pueblo, egoístas preocupados tan solo para sí mismos, huraños y temidos o detestados.
Con Luis VI, hijo de Felipe I, la monarquía reapareció activa y fuerte.
El reinado de Luis VII, llamado “el Joven” duró 43 años no presentó acontecimientos ni personajes dignos de mención.
Con Felipe II, llamado “Augusto”, hijo de Luis el Joven, se abrió a Francia una era de vigor y progreso. En 1206 la obra de engrandecimiento territorial llevada a cabo por Felipe Augusto estaba casi realizada, dando un paso decisivo hacia la unidad de Francia
Felipe Augusto, aunque valiente y decidido, no era guerrero por gusto, ni conquistador por el placer de ensanchar sus Estados. La prudencia dominaba en él las tentaciones del momento y de los arrebatos apasionados. Pruebas de esta prudencia fue su retirada de la tercera Cruzada, de la cruzada contra los albigenses y en la expedición de su hijo Luis a Inglaterra.
Felipe Augusto, casado con Isabel de Hainaut, tuvo un hijo, Luis. A los tres años de la muerte de Isabel se casó con Ingeburga, princesa de Dinamarca, sin conocerla y lo peor es que más que entenderse se repelían. Pretendió Felipe fuera considerado nulo el matrimonio. Felipe se enamoró de una princesa, Inés, de origen tirolés y se “casó” en 1196. Esta unión la calificó la Jerarquía de la Iglesia de ilegítima, pero Felipe no hizo caso durante cuatro años, al cabo de los cuales se sometió a las amonestaciones del Pontífice, se separó de Inés, se reunió con Ingeburga, como reina. Inés moriría pocos meses después.
Se ocupó de la ciudad, de sus mercados y de sus iglesias, como la de Nuestra Señora de Paris, ensanchó el palacio del Louvre. Prestó atención a las ciencias y a las letras
Felipe Augusto murió a la edad de 58 años, el año 1223.
Su hijo Luis VIII heredaba un gran reino y por su madre, Isabel de Hainaut hija del último de los reyes Carlovingios, Carlos de Lorena, reunía en su persona los títulos de las dos dinastías, de Carlomagno y de Hugo Capeto
Luis VIII era un hombre de medianas condiciones, imprevisor y ligero en sus determinaciones, débil y tornadizo en su ejecución.
Tras su campaña en la Francia meridional, disgustado y enfermo, cuando regresaba a su Francia del norte murió en noviembre de 1226
Tuvo por mujer a Blanca de Castilla y fue padre de Luis IX, San Luis.
De los 44 años del reinado de Luis IX pasó 15 lejos de su reino, dejando el gobierno en manos de Blanca de Castilla, que ejerció en nombre de su hijo y desde 1248 como Regente. Blanca era elegante, simpática, rica en recursos y de graciosa conversación.
Hizo que su hijo fuera consagrado en Reims tres semanas después de la muerte de su marido Luis VIII.
Blanca se ocupó de su vida de familia y en particular de la educación de su hijo, le aconsejó contrajera matrimonio con Margarita, princesa noble y hermosa, hija del conde de Provenza. Luis pidió la mano de Margarita y la boda se celebró en mayo de 1234.
Las hermanas de Margarita: Leonor, Sancha y Beatriz que serian reinas de Inglaterra, de romanos y de Sicilia, respectivamente.
Desde que contrajo matrimonio Luis renunció a las diversiones que le cautivaban y se dedicó a placeres más sencillos y obras más cristianas.
Mucho hubo de contrariar a Luis los celos de su madre, Blanca, en contra de Margarita
Luis consolaba a su mujer y sufría a su madre. Luis prefería la paz a la guerra, a la que acudió como un deber y en la que se comportó heroicamente como caballero
De Margarita tuvo once hijos, seis varones y cinco hembras. De todos se preocupo en cuanto a educación y formación moral.
Luis IX murió el 25 de agosto de 1270
De los reyes de Francia, titulados “cristianísimos”, solo Carlomagno y Luis IX han sido considerados santos. Luis IX fue canonizado en 1297
A Luis IX le sucedió Felipe III, “el Atrevido” de escasas facultades y su reinado tuvo mal comienzo. Se hizo consagrar en Reims en agosto de 1271. Su reinado de quince años no transcurrió pacíficamente ni con gloria. En 1282 tuvo lugar en Sicilia la llamada “Vísperas Sicilianas” con la matanza de franceses.
Regresando de Perpiñán murió el año 1285.
El trono pasó a Felipe IV, el “Hermoso” frio, taciturno, duro de carácter, de perseverante violencia, en la realización de sus planes.
Felipe, el Hermoso tuvo que luchar en los primeros años de su reinado al pie de los Pirineos con Alfonso III y Jaime II, reyes de Aragón, que terminó en el tratado de Tarascón. Hubo de luchar contra los Flamencos La derrota sufrida por Felipe el Hermoso en Courtrai en 1302 se extendió alegrando a sus enemigos.
Años después de la muerte de Felipe persistía el encarnizado odio de los Flamencos.
Felipe desde un principio se propuso restringir los privilegios y poder de la Iglesia.
Se enfrentan el Papado y el Poder absoluto de los reyes. Las disposiciones adoptadas por Felipe fueron las causantes de una bula del Papa Bonifacio por la que a los eclesiásticos no se les podía obligar al pago de algunos impuestos. Esta imposición era sancionada con “excomunión”
Ante la contumacia de Felipe el Pontífice declaró: “Hay dos espadas, la espiritual y la temporal, ambas están en manos de la Iglesia. Desde este enfrentamiento entre el Papa Bonifacio VIII y Felipe el Hermoso surgió el llamado “cautiverio de Babilonia” en Aviñón. Felipe aprovechó la permanencia del Papa Clemente V en territorio francés para que condenara a Bonifacio VIII y para la persecución y abolición de la orden de los Templarios y de esta forma hacerse con sus riquezas.
La orden de los Templarios fue abolida por la autoridad pontificia en el año 1312.
Felipe el Hermoso ordenó fueran quemados dos Templarios en 1314. Fue inicuo y cruel con los Templarios, falsificó monedas y se le llamó “el monedero falso”. Profundamente egoísta y astuto, se preocupaba de su situación, de sus pasiones y despreocupado de moralidad en el gobierno. Murió en noviembre de 1314.
Dejó tres hijos: Luis X “el Hutin”, Felipe V “el Largo” y Carlos IV “el Hermoso” que en conjunto solo ocuparon el trono 14 años, sin que ninguno se distinguiera.
Luis tuvo que continuar la guerra con Flandes.
Una cuestión de mucha importancia para la historia de Francia seria la exclusión de las mujeres para la corona real, debida a un artículo de la ley Sálica, los Francos Salios, que se interpretó mal.
Murió Luis en 1316 tenía una hija y su mujer estaba encinta. Felipe el Largo se hizo cargo de la Regencia en espera del parto de la reina. Dio a luz un hijo, que si hubiera vivido habría sido Juan I. pero murió a los cinco días del nacimiento.
Felipe fue coronado como rey en Reims el año 1317. Cinco años después murió, también sin dejar hijos.
Le sucedió el hermano Carlos, que sin tener hijos murió en 1328
El conde de Valois, Felipe, como nieto de Felipe el Atrevido y por línea masculina se considera con derecho a la herencia.
El rey de Inglaterra, Eduardo, como nieto de Felipe el Hermoso por su madre Isabel y por línea femenina también se considera con derecho al trono.
Guerra motivada por ambición personal, ya que no existía cuestión nacional, ni interés público alguno.
Felipe de Valois a los 58 años se casó con Blanca de Navarra. Tuvo un hijo Juan, que le sucedería y se le llamaría “el Bueno”, por pródigo y crédulo.
Felipe murió en 1350 encomendando a Juan sostuviese con energía el derecho a la corona que heredaba. Juan, caballero valeroso y leal, pero frívolo, aturdido, imprevisor, terco y violento y menos apto que su padre, Felipe, para el gobierno. Para disponer de dinero falsificó la moneda y confiscó bienes. Fundó la Orden de la Estrella para reanimar el entusiasmo caballeresco de la nobleza. Ante la intranquilidad en la misma Corte a unos colmaba de honores y a otros mandaba decapitar en su presencia.
Se vio obligado a recurrir al pueblo “convocando” los Estados Generales. Reuniéronse en Paris en 1355 los tres órdenes: clero, nobleza y diputados de las ciudades.
A Juan le sucedería su primogénito Carlos.
Por otra parte en aquellos tiempos la guerra era la pasión y la vida habitual de los hombres, por simple arrebato, por pasa-tiempo o por hacer gala de su valor.
La defensa de estos pretendidos derechos motivaría una guerra, de un siglo de duración, entre Francia e Inglaterra y que terminaría a favor de Francia gracias a la heroica intervención de Santa Juana de Arco.
Los Estados generales
Con la convocatoria de los Estados generales se pretendía encontrar soluciones a los males existentes como las variaciones del valor de la moneda. Los asistentes pidieron autorización para deliberar reunidos. Al cabo de una semana acordaron aplicar impuestos para sufragar los gastos del gobierno. Fijaron la celebración de nuevas sesiones en el año siguiente. En estas reuniones se apreció el rechazo de los nuevos impuestos en muchos lugares y el poco caso que se hacía a sus disposiciones.
El rey vanidoso por los éxitos que tuvo en Normandía se lanzó contra el príncipe de Gales. En el encuentro perdieron la vida el monarca y muchos caballeros.
Los tres hijos del rey: Carlos, Luis y Juan eran demasiado jóvenes y poca energía para el gobierno.
Carlos, de 19 años, se hizo cargo y convocó Estados generales para el mes de octubre .A la asamblea asistieron más de 800 miembros. El canciller solicitó presentasen consejos para las graves dificultades por que atravesaba el reino. Cada orden presentó una memoria. En estas se pedía fueran nombrados diputados que recorrieran las provincias y corrigieran las malversaciones de los empleados reales Así mismo se pedía se nombrasen 28 diputados para quedar junto al rey con poderes de nombramiento y destitución. Esto era lo mismo que privar de poder a la corona entregándolo a los Estados.
Carlos hubo de mantener una guerra con el rey de Navarra por la recuperación de unos castillos, esta es la justificación, pero el verdadero objetivo del rey de Navarra era desterrar a los Valois y a los Plantagenets para ocupar personalmente el reino de Francia.
El único resultado importante que obtuvo Francia de los Estados generales del siglo XIV, fue el principio del derecho de la Nación a intervenir en sus propios asuntos y resolver por sí mismo la misión que le corresponde.