ad sidera visus

En esta Encíclica se describe la situación en la que se encontraban los obreros a consecuencia del modelo económico existente.

El  “problema” obrero

El cambio operado en las relaciones mutuas entre patronos y obreros; la acumulación de las riquezas en manos de unos pocos y la pobreza de la inmensa mayoría; la mayor confianza de los obreros en sí mismos y la más estrecha cohesión entre ellos, juntamente con la relajación moral, han determinado el problema de la contienda.

Es difícil determinar los derechos y los deberes dentro de los cuales hayan de mantenerse los ricos y los proletarios, los que aportan el capital y los que ponen el trabajo.

 

Desde luego es urgente proveer de la manera oportuna al bien de las gentes de condición humilde, mayoría que se debate indecorosamente en una situación miserable y calamitosa, ya que, disueltos en el pasado siglo los antiguos gremios de artesanos, sin ningún apoyo que viniera a llenar su vacio, desentendiéndose las instituciones públicas, el tiempo fue insensiblemente, entregando a los obreros, aislados e indefensos, a la inhumanidad de los empresarios y a la desenfrenada codicia de los competidores.. Hizo aumentar el mal de la voraz usura, que es practicada por hombres codiciosos y avaros bajo una apariencia distinta. Las relaciones comerciales de toda índole se hallan sometidas  al poder de unos pocos, hasta el punto de que un número sumamente reducido de opulentos  y adinerados ha impuesto poco menos que el yugo de la esclavitud a una muchedumbre de proletarios.

La solución socialista

Para solucionar este mal, los socialistas, atizando el odio de los indigentes contra los ricos, tratan de acabar con la propiedad privada de los bienes, estimando mejor que, en su lugar, todos los bienes sean comunes y administrados por las personas que rigen el municipio o gobiernan la nación. Pero esta medida es tan inadecuada para resolver la contienda, que incluso llega a perjudicar a las propias clases obreras; y además, sumamente injusta, pues ejerce violencia contra los legítimos poseedores, altera la misión de la “república” y agita fundamentalmente a las naciones.

Crítica de esta solución, desde el punto de vista obrero

El fin primordial que busca el obrero es procurarse algo para sí y poseer con  propio derecho una cosa suya. Si presta sus fuerzas o su habilidad a otro, lo hará por esta razón, para conseguir lo necesario para la comida y el vestido. Merced al trabajo aportado, adquiere un verdadero y perfecto derecho no solo a exigir el salario, sino también para emplearlo a su gusto. Luego, si reduciendo sus gastos, ahorra algo e invierte el fruto de sus ahorros en una finca, con lo que puede asegurarse más su manutención, esta finca realmente no es otra cosa que el mismo salario revestido de otra apariencia. De ahí que la finca adquirida por el obrero de esta forma debe ser tan de su dominio como el salario ganado con su trabajo

La solución socialista, al transferir los bienes de los particulares a la comunidad, perjudica también a la “clase” que dicen defender.

Crítica de esta solución el punto de vista humano

El poseer algo en privado como propio es un derecho dado al hombre por la naturaleza, que diferencia al hombre de los animales. Es necesario conceder al hombre no solo el uso de los bienes, sino también el derecho de poseerlos con derecho estable y permanente, tanto de los que se consumen, como de los que perduran.

El hombre se gobierna a sí mismo con la previsión de su inteligencia, teniendo en su mano elegir las cosas que estima más convenientes para su bienestar, no solo en cuanto al presente, sino también para el futuro.

El hombre es anterior a la “república” y  por consiguiente tiene el derecho de velar por su vida y por su cuerpo sirviéndose de los bienes.

A pesar de que los bienes se hallen repartidos entre los particulares, no dejan de servir a la utilidad de todos.

Los que carecen de propiedad, lo suplen con el trabajo El trabajo es el medio universal de procurarse los medios para vivir

Igual que los efectos siguen a la causa que los produce, es justo que el fruto del trabajo sea de aquellos que lo realizaron.

Los derechos de los individuos tienen más fuerza cuando se hallan ligados y relacionados con los deberes del hombre en la sociedad doméstica.

No hay ley humana que pueda quitar al hombre el derecho natural a casarse, ni limitar la finalidad principal del matrimonio. La familia, sociedad doméstica, es verdadera sociedad, más antigua que cualquier otra, la cual es de absoluta necesidad que tenga unos derechos y unos deberes propios, totalmente independientes de la potestad civil.

Los deberes de procurar a su familia los bienes para el presente se proyectan y aplican al futuro mediante las herencias. Que la potestad civil penetre, a su arbitrio, hasta la intimidad de los hogares es un error grave y pernicioso. Se debe rechazar totalmente la idea socialista de reducir a común la propiedad privada, que repugna a los derechos naturales de los individuos y perturba las funciones del Estado y la tranquilidad común.

La propiedad privada es derecho fundamental e inviolable que debe mantenerse.

Realismo en el planteamiento del problema

Establézcase, en primer lugar, que debe ser respetada la condición humana, que no se puede igualar en la sociedad civil lo alto con lo bajo. Hay, por naturaleza, entre los hombres muchas y grandes diferencias, no son iguales los talentos, ni las habilidades, ni la salud o las fuerzas. Otras diferencias brotan por diferente fortuna.

La vida en común precisa de aptitudes varias, de diversos oficios al desempeño de los cuales se sienten impelidos los hombres.

En el trabajo el hombre puede encontrar deleite y también cansancio y fatiga.

En la vida el hombre encontrará adversidades, para las que procurará remedios o, al menos, medios para mitigar los males.

Es error capital suponer que una clase social sea espontáneamente enemiga de otra, como si la naturaleza hubiera dispuesto a los ricos y a los pobres para combatirse mutuamente en un perpetuo duelo, sino que como miembros de un mismo cuerpo, el cuerpo social, debe existir armonía.

El capital no puede subsistir sin el trabajo, ni éste sin aquél. El acuerdo engendra el orden de las cosas; por el contrario la persistencia en la lucha, produce confusión e incluso salvajismo.

La Iglesia llama a ambas clases al cumplimiento de sus respectivos deberes y ante todo los deberes de justicia.

Los trabajos remunerados son de mucha honra, lo realmente vergonzoso e inhumano es abusar de los hombres como de cosas de lucro y no estimarlos en más que en cuanto a sus nervios y músculos puedan dar de sí.

Es obligación de los patronos disponer que el obrero tenga un espacio de tiempo para el descanso, la familia y la piedad. No pueden imponer más trabajo del que puedan soportar sus fuerzas, ni de una clase de trabajo que no está conforme con su edad y sexo.

Defraudar a alguien en el debido salario es un gran crimen y evitar el más mínimo perjuicio a los intereses de los obreros.

Doctrina de la Iglesia sobre los bienes temporales

Las riquezas no aportan la exención del dolor, ni aprovechan para la vida eterna.

Sobre el uso de las riquezas hay una doctrina excelente y de gran importancia, que si bien fue iniciada por la filosofía, la Iglesia la ha enseñado y perfeccionado.

El fundamento de dicha doctrina consiste en distinguir entre su recta posesión y recto uso.  

Por tanto el que tenga talento cuide mucho, de no estar callado; el que tenga abundancia de bienes, no refrene su largueza; el que tenga un oficio, lo aplique en beneficio del prójimo.

La verdadera dignidad del hombre radica en lo moral.es decir, en la virtud; que la virtud es patrimonio común de todos los mortales, asequible por igual a altos y bajos, a ricos y a pobres.

La Iglesia advierte, en relación con los bienes temporales, las dos plagas que en la vida  que hacen sumamente miserable al hombre, incluso cuando nada en la abundancia, son el exceso de ambición y la sed de placeres.

Deberes generales del Estado

Lo que más contribuye a la prosperidad de las Naciones es la probidad de las costumbres, la recta y ordenada constitución de las familias, la observancia de la justicia y de la religión, las moderadas cargas públicas y su justa distribución, los progresos de la industria, de la agricultura y del comercio, que cuanto más sean impulsados, tanto mejor vivirán los ciudadanos. El Estado tiene como misión velar por el “Bien Común”.

Crítica del Estado clasista

Los proletarios son tan ciudadanos como los ricos, que junto con sus familias, integran el cuerpo de la Nación.

Los gobernantes tienen el deber de defender por igual a todas las clases sociales, observando inviolablemente la justicia distributiva.      

Todos los ciudadanos deben contribuir a la totalidad del bien común; unos en funciones de gobierno, otros en la legislación, la justicia, la enseñanza, la sanidad, la seguridad ciudadana o en su tarea profesional.

Es verdad incuestionable que la riqueza nacional proviene, no de otra cosa que, de la labor de todos.

Por tanto, las autoridades públicas procuren que cada uno reciba lo que merece por su aportación.

No es justo que el individuo, ni la familia sean absorbidos por el Estado; lo justo es dejar a cada uno la facultad de obrar con libertad, sin dañar al bien de otro o de la comunidad.

Procure que florezca la integridad de las costumbres públicas; que se mantenga inviolada la justicia y que no atenten impunemente unos contra otros 

Las leyes no deberán abarcar más allá de lo que requiera el remedio de los males o la evitación de los peligros.

Acción de las Asociaciones

Puesto que el hombre es un ser social, natural es su tendencia a la asociación, máxime por alcanzar los frutos que, quizá individualmente, no lograría: como pueden ser las condiciones de trabajo, la duración de la jornada, la cuantía de los salarios.

Es de desear que los antiguos “Gremios” se adapten a los tiempos actuales

Puesto que los ciudadanos tienen el derecho de asociarse, tienen igualmente el derecho de elegir libremente aquella organización que estime más acorde con su pensamiento

En principio y como regla general, las Asociaciones sean de constituir y gobernar de tal modo que cada miembro de ella consiga, en la medida de lo posible, el fin deseable.

Encíclica firmada por el Papa León XIII el 15 de mayo de 1891

Es la primera Encíclica que aborda la “Cuestión social” desde el punto de vista del trabajo

Declara la situación lamentable en la que se debate gran parte del “Proletariado”

Señala errores de la solución socialista, tanto desde el punto de vista obrero, como del humano.

Destaca la dignidad de la persona y el derecho de propiedad

Expone la doctrina de la Iglesia sobre los bienes temporales

Marca deberes del Estado y el límite de su competencia

Desaprueba los abusos del Estado clasista

Anima a las Asociaciones a ser como los antiguos “Gremios”

En pocas palabras la Encíclica hace hincapié en: la dignidad de la persona, el valor de la familia, el derecho de propiedad, la honra del trabajo

Escrito, de fecha 10 de junio de 2.009, entresacado de la Encíclica “Rerum novarum”

PUNTOS  DE  LA  DOCTRINA  SOCIAL  DE  LA  IGLESIA

Trata de las relaciones entre patronos y obreros, entre ricos y pobres, de los países desarrollados y los que están en vías de desarrollo.

De los derechos al trabajo, a la formación de una familia y a la  propiedad privada.

Del destino universal de los bienes temporales

Descalifica el colectivismo y el individualismo

Desaprueba la lucha de clases y el paso de la propiedad privada a la colectividad

Las leyes no deben abarcar más de lo que requieran los remedios de los males o evitación de peligros.

Misión del Estado es la “Gestión del Bien Común”, Orden, Justicia Social y Distributiva

Destaca el valor de la libertad y la dignidad de la persona, 

Los sentidos objetivo y subjetivo del trabajo

Prioridad del “trabajo” frente al “capital”, pertenece al orden de la moral social.

Puesto que el Capital no puede subsistir sin el Trabajo, ni éste sin aquél, ambos deben reunirse y acordar condiciones para llevar a cabo una empresa común

El trabajo no es solo un bien “útil”, sino un bien “digno”, como realizado por el hombre

Trabajando el hombre se realiza así mismo como hombre, “se hace más hombre”

El trabajo está “en función del hombre” y no el hombre “en función del trabajo”

El trabajo a la par que es un “deber” es también un “derecho”.

El Salario es la remuneración debida por el trabajo realizado, que considera “algo propio”

Prestaciones debidas al trabajador son los Seguros Sociales, de Accidentes, de Paro, de Retiro y los tiempos de Vacaciones.

Los Sindicatos forman parte del derecho de Asociación

Puesto que se reconoce al trabajador derecho a la “huelga”, es decir, no asistir a la empresa, con perjuicio para ésta, al no obtener beneficio por no haber habido trabajo; parece que el empresario tenga derecho a cerrar la empresa, aunque quede el trabajador sin sueldo.

No se deben comparar los sueldos con los intereses.

Los sueldos, los salarios, son el medio de que se sirve el trabajador para mantener su vida y la de su familia.

Los intereses, los beneficios, los requiere el empresario para mantener su capital.

Mantener la vida es capital para el hombre, pero el “capital” no es vital para la vida.