ad sidera visus


Todas las personas son hijos de Dios, tanto los creyentes como los agnósticos.
Los creyentes saben que su Padre es Dios.
El agnóstico no sabe que es hijo de Dios, es un “paria”.

El creyente sabe que Dios le ha dado la vida y que le ama. 
El creyente sintiéndose amado por Dios, cumpliendo sus obligaciones agradarle y confiando en la infinita Misericordia de Dios llegar a la Gloria.
El agnóstico podrá sentirse amado por una criatura y procurará satisfacer sus gustos.
Todo lo que puede esperar es “en la nada quedar”.