¡Alerta, joven!
El joven es persona llena de ilusión, pero joven no lo es quien tiene pocos años, sino quien tiene ilusiones.
Ilusión por saber, por ganar, por jugar, por tener amistades, por encontrar la persona con la que compartir la vida, por formar una familia, por tener un hogar y otras muchas. Una vida sin ilusión se animaliza, es vida de instantes e instintos. De aquí la grandeza del matrimonio que es unión de por vida.
Algunas de estas ilusiones se alcanzan y permanecen, pero les falta visión trascendente para el no creyente. El creyente ha recibido la Fe, la Esperanza y la Caridad. Por la Fe cree, por la Esperanza confia, por la Caridad ama. Por la Fe sabe de dónde viene, cómo debe comportarse y a donde puede llegar. Por lo que ha recibido, por la mañana de cada día, por la jornada vivida, por el descanso nocturno y, porque es bien nacido, debe dar gracias a Dios.
Dar gracias de palabra está bien, pero es poca cosa y algo más es entregar un regalo. Pero a Dios parece no es posible darle regalo alguno, primero porque nada es de nuestra propiedad ya que todo es suyo, exceptuando la libertad de la voluntad que nos otorgó. Por tanto a Dios podemos regalarle entregando nuestra voluntad. Entregamos la voluntad cumpliendo con nuestras obligaciones aunque nos cueste e incluso sea contrario a nuestro gusto.
Esta “Alerta” tiene el propósito de advertir a nuestro pensar y actuar. Si no llega a alertar propiamente, al menos dará algo que pensar… y eso es bueno.
Ver y mirar – Oír y escuchar
Tanto las primeras como las segundas aparentan ser equivalentes entre sí y no es así:
“Ver” es una actitud pasiva. Se ve sin querer. “Mirar” es actitud activa con ánimo de indagar. Se mira el andar de una persona pretendiendo descubrir el motivo de ese andar.
Así mismo, El “oír” es actitud pasiva. Se oye sin querer. Por el contrario el “escuchar” es actitud activa indagando el sentido de lo que se oye. “Soldado escucha” escucha los ruidos del enemigo, a fin de avisar al Capitán de los ataques contrarios. Escucha el alumno las explicaciones del Profesor para entender y aprender la lección.
Las “miradas” alcanzan un máximo en la “admiración”. Recordar aquella canción “Que bonitos ojos tienes debajo de esas dos cejas, ¿pero si tú no los dejas mirar?” ¡Cuánto vale una mirada!
Análogamente a lo escrito sobre el “ver y mirar”, se puede aplicar al “oír y escuchar”. A veces es recomendable no solo no “mirar” o “escuchar”, ni suficiente no “ver” u “oír”, sino tapar los ojos y taponar los oidos. Es interesante elevar “la mira”, es decir, tener mayor horizonte. También es recomendable no estar tan al tanto de cuanto se oye.
No pasar el día en “dimes y diretes”.
Herencia
Los bienes que tenemos, sean materiales o espirituales, los hemos recibido y debemos apreciarlos y transmitirlos a nuestros descendientes
De nuestros padres hemos recibido la vida y una tradición: apellidos y enfoques de la vida. No tiene sentido no apreciarlos y no transmitirlos. Lo que mucho se aprecia se guarda bien, pero no es para nuestro propio provecho sino difundirlo Las riquezas se difunden haciéndolas productivas.
De las riquezas que tenemos la de mayor valor es la fe. Esa fe hemos de reafirmarla viviendo según creencia y procurar transmitirla a los que tenemos próximos.
Los padres se preocupan de la formación de los hijos de manera que el día de mañana su vida sea confortable y llena de sentido, es decir, con una visión de más alcance que la del tiempo presente.
Estas consideraciones no son de “agua fiestas”, sino todo lo contrario, son de ánimo. Hay que hacer compatible el pensamiento de hoy y el de mañana. El hoy ya es ayer y el mañana es hoy.
Hay que diferenciar el “bien” de los bienes, las riquezas. Decía uno: “es buena familia, son ricos”. ¡Qué equivocación!
Que la riqueza no está en “el tener”, sino en “el ser”.
De acuerdo con lo que he dicho se justifica el por qué de este escrito.
Aprender a vivir
Para ejercer una actividad previamente se requiere un aprendizaje. La vida comporta una serie de actividades, mentales y corporales. Mentales son: el pensar, el recordar, el querer, el valorar, el amar, el ilusionar. Corporales son: actividades manuales, ejercicios: físicos, artísticos, deportivos.
En la vida se dan diversas etapas: niñez, adolescencia, juventud, madurez y mayoría o edad avanzada. Para cada una se debe recibir una formación en lo corporal y en lo mental. Se precisa cuidar el cuerpo, la salud, y cultivar el espíritu.
El cuerpo se cuida con alimentación adecuada, con revisiones médicas, con ejercicios y vida sana.
El espíritu se cultiva con el estudio, con la formación moral y laboral, con el pensamiento, con la memoria, con el querer, con el valorar, con el amar, con el ilusionar.
La equitación y la actividad de la persona
La equitación y la actividad de la persona presentan aspectos analógicos, es decir, semejantes y diferentes.
En la equitación se encuentra un “cuerpo” el caballo y un “espíritu” el jinete. En la actividad de la persona se da un cuerpo y un espíritu. Para ser utilizado en la equitación el caballo ha de ser domado. Para la actividad de la persona su cuerpo ha de ser dominado.
Quien quiera ser jinete ha de ser instruido en la monta y practicar. Quien quiera desarrollar una actividad precisa ser instruido y así mismo ejercitarse en esa actividad. En uno y otro caso hay ratos de paso lento, ligero, de trote y de galope.
El Jinete dedica tiempo unas veces al paseo y otras, a “carreras de caballos” o a “pruebas” con saltos de vallas, de triples y de charcos. Si gana una competición obtiene un premio. La persona en su Actividad ha de afrontar pruebas y superar obstáculos, obteniendo ascensos e incluso medallas. También precisa dar paseos.
El caballo ha de reposar en la cuadra y comer pienso. El cuerpo de la persona también debe descansar en su hogar y bien alimentarse. El Jinete con las riendas manda el camino y paso que quiere llevar. La persona con la voluntad marca el camino que quiere seguir, y cabalga, aunque los perros ladren.